Era de mañana, un gran día en la capital ecuatoriana, estaba muy soleado, por las fiestas de Quito corría la novedad de la feria taurina, a mí personalmente no me gusta esas ferias, pero sin embargo acompañé a mi hermano. Ya era hora, me alisté para ir a la plaza de toros con mi hermano. Al llegar todo era muy tranquilo, pues aún no empezaba la función, luego empezó a llenarse la plaza, y después, cuando estuvo llena, casi abarrotada, salieron los toreros. La función dio inicio, salió el primer toro, se escuchaba a la multitud gritar ¡OLÉ!! Y se repetía seguidamente, mientras le clavaban varios punzones en lomo al pobre toro. Esto continuó por algún tiempo, hasta que finalmente el torero penetró una espada en el corazón del toro. El toro empezó a tambalearse, y le salía mucha sangre y saliva por su boca, luego cayó frente a asesino y a la gente.
No sé si nadie se dé cuenta o si les guste la violencia, pero el toro es un ser vivo y siente igual que todos los seres vivos, así que no entiendo porque maltratan tanto a los toros. Ese día fue espantoso, pero no hay nada que hacer, así que al terminar me fui sin saber que les pasará al resto de toros, o a los toreros…

©Juan Fernando Sarmiento
21 de Noviembre del 2009